viernes, 28 de enero de 2011

Dyunzaburo Nishimaki / poema




Leves son 
la manzana de Cezanne 
el vientre de una serpiente 
la hora eterna 
un plato roto 
abandonado en el paraíso perdido 

                                                             Dyunzaburo Nishimaki

miércoles, 26 de enero de 2011

Refinamiento del campo

Chillida.


Las piedras colocadas sobre piedras
y encima de ese muro primitivo
algún olivo blanco.
No sé por qué será que ciertas cosas
que apenas dicen nada,
que bien analizadas no son cosas
dignas de nada,
causan sobre mi ánimo un influjo
de inextinguible paz.
Se diría que siento mis raíces
dentro de esos contornos depurados
que no son nada,
dentro de esa vejez
de una humildad tan firme
cual si una incitación muy familiar
me retuviera allí.
Algo como una voz que me dijera
de dentro de mí mismo :
esta fe encantadora
es la pobreza.



Juan Gil-Albert

lunes, 24 de enero de 2011

balada lenta de armónica


parece que el tiempo se expande un poco
se libera de la esclavitud en que lo tiene preso
el dólar nefando 

parece que la paciencia empieza a agotarse
y empezamos a hartarnos de la misma película
de la ridícula tensión en los preparativos
del continuo goteo de noticias

del afán de notoriedad
de la opinión pública
y su aliado el idiota de la alcachofa
y sus preguntas estúpidas de bombero

parece que en Túnez la barra de pan
vale realmente lo que cuesta
parece que el PP se adelanta
en la pamema de las urnas

parece que en los supermercados
alguien toca el violín con un abrigo andrajoso
en lugar del monótono hilo musical de la SGAE

parece que las parejas se besan 
con verdadera pasión
pues sus estómagos están vacíos
y se alimentan de una quimera

parece que los fuegos artificiales
son un insulto a la inteligencia
y la semana santa un carnaval de adoradores
del dólar nefando

parece que Obama
es el apóstol número trece
y Zapatero un ventrílocuo

todo esto se podría arreglar
si el señor que expende dólares

se parase un instante
a tocar la armónica

martes, 11 de enero de 2011

Aparatoso


    Este aparato es ligeramente más complicado que el de tirar de la cisterna, pero su función difiere ostensiblemente: mientras que la cisterna, nos libera de la mácula que alguna vez fue rico alimento, el levantalabios favorece la proliferación de la estulticia y la violencia, haciendo así muy difícil la convivencia. La mejor manera de acabar con tal descalabro, si bien no es la más correcta, consiste en propinar un fuerte puñetazo en los dientes, con lo que todo el sistema, se va al traste. Lo más que puede pasar, es que el levantalabios pierda aceite, antes de ser enviado al taller de reparación de máquinas antisociales, donde vivirá una segunda juventud, en compañía de expendedoras de tabaco (muy apreciadas, por la sensualidad de su voz), y quizá, de algún autómata inconformista, que arriesgó su vida en una encuesta. Se recogen firmas aquí, para abolir la estupidez en todas sus formas, excepto la mía , como es natural.


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